La Bruja
A veces las cosas no son lo que parecen, los viajes no siempre son felices ni tampoco siempre se puede tomar las fotos que uno pre-visualiza. A veces el ambiente es triste y no queda de otro más que apreciar ese momento.
A los locales no les gusta bajar a la bruja, la catarata en sí es muy peligrosa, rodeada de acantilados; únicamente existe un camino, en el caso de salirse una muerte segura me espera.
La leyenda cuenta que al ver la Bruja la catarata drena amor, drena cariño y afección. En la localidad decían que hasta podría quitarle a una madre el amor por su hijo.
Al llegar la vibra es pesada, como si existiera un mal recuerdo rodeándola, el río cambia de color a café y hay un aroma a muerto. Todo indica que no me puedo quedar mucho en este lugar tan tenebroso, de pronto:
--Javi!! Grita Jason ( mi guía local)
De pronto una nube de murciélagos se refugia en la cueva de la Bruja, una cueva que es imposible de llegar y a la que los locales no me dejan acercarme. Los murciélagos daban vueltas alrededor del chorro de la catarata indicando que nos fuéramos.
En ese instante el trípode que me había prestado Roberto López ( lightsaint photography) cede ante la oxidación y mi cámara cae al agua.
No funciona.
La seco inmediatamente, estúpidamente la prendo y funciona, mi suerte sigue siendo la misma ( increiblemente buena) levanto mi cabeza y Luna ( ¡Amiga de aventura!) está arriesgando su vida para poder documentar la escala de la bruja.
-¡Luna!
Luna resbala.
Jasón logra atraparla en el río.
Algo ocurrió ese momento. El ambiente cayó en ofuscamiento y tristeza, nadie quería estar ahí, la vibra era demasiado oscura. La Bruja no quería que estuviéramos ahí, al parecer alguien la había roto el corazón.
Las cosas no son lo que parecen, ante una gran alegría hay una gran tristeza.
Pero solo veo alegría.